Vitamina A engloba a una familia de ingredientes conocidos como retinoides (desde el retinol al ácido retinoico…). Cuando la vitamina A -retinol- penetra en la piel, se convierte en su forma activa, llamada ácido retinoico. Ayuda a la regeneración celular y a la producción de colágeno y elastina de las fibras de la piel, siendo uno de los ingredientes activos con más beneficios visibles a corto plazo. Reduce las arrugas y finas líneas de expresión, mejora el tono, la textura, reduce las imperfecciones, ayuda a mejorar el problema del acné y las manchas oscuras.
Antiarrugas: Lo que más funciona contra el efecto más visible del envejecimiento, las temidas arrugas, son los retinoides.
Firmeza: El ácido retinoico (forma activa del retinol en la piel) regula la queratogénesis y esto es necesario para mantener la piel siempre tersa, fresca y húmeda. El déficit de vitamina A puede producir piel seca, pruriginosa o cabello seco.
Pigmentación: La vitamina A es el elemento que probablemente más contribuya a mantener la piel sana y ayudar al bronceado natural, ya que favorece el desarrollo de pigmentos en la piel.
Antiacneico: La es un fármaco derivado del ácido retinoico (vitamina A) que tiene un gran efecto sobre el quístico o severo. Su forma original interviene en la regulación del sebo.
Antioxidante: Los beta-carotenos tienen actividad antioxidante, es decir, que protegen al organismo frente a la enfermedad y el envejecimiento impidiendo la acción de los llamados radicales libres que son compuestos que lesionan las células cutáneas. Pueden incluirse en algunos tratamientos de forma concentrada.
Cicatrización: La vitamina A favorece la cicatrización y la suavidad de nuestra piel, regulando el metabolismo de la regeneración celular de la capa córnea.